I will wait for you

I will wait for you
"Expectations" - Christophe Vacher

viernes, 19 de mayo de 2017

Sobre el amor



Irina Vitalievna Karkabi -  El beso de Klimt


«Que no sea inmortal, puesto que es llama, 
pero que sea infinito mientras dure.» 

(Vinícius de Moraes a Clarice Lispector)

Los versos de Vinicius de Moraes conforman la más cercana respuesta sobre lo que es el amor.




Satisface my soul
Paul Carrack

martes, 16 de mayo de 2017

Ne me quitte pas


L'Abandonnée - Auguste Rodin

De alguna forma están estrechamente entrelazadas estas historias, La Abandonada de Rodin, la propia Camille Claudel, la escultora amante de Auguste Rodin, que muere abandonada en un psiquiátrico y la actriz Suzanne Gabriello 'Zizou', amante abandonada por Jacques Brel.



Ne me quitte pas

Jacques Roman Brel


Ne me quitte pas 
Il faut oublier 
Tout peut s'oublier 
Qui s'enfuit déjà 
Oublier le temps 
Des malentendus et le temps perdu 
À savoir comment 
Oublier ces heures 
Qui tuaient parfois à coups de pourquoi 
Le cœur du bonheur 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 

Moi je t'offrirai 
Des perles de pluie 
Venues de pays où il ne pleut pas 
Je creuserai la terre jusqu'après ma mort 
Pour couvrir ton corps d'or et de lumière 
Je ferai un domaine 
Où l'amour sera roi, où l'amour sera loi 
Où tu seras reine 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 

Ne me quitte pas 
Je t'inventerai 
Des mots insensés 
Que tu comprendras 
Je te parlerai 
De ces amants-la 
Qui ont vu deux fois leurs cœurs s'embraser 
Je te raconterai l'histoire de ce roi mort
De n'avoir pas pu te rencontrer 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 

On a vu souvent 
Rejaillir le feu 
D'un ancien volcan 
Qu'on croyait trop vieux 
Il est, paraît-il 
Des terres brûlées 
Donnant plus de blé 
Qu'un meilleur avril 
Et quand vient le soir 
Pour qu'un ciel flamboie 
Le rouge et le noir ne s'épousent-ils pas? 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 

Ne me quitte pas 
Je ne vais plus pleurer 
Je ne vais plus parler 
Je me cacherai là
À te regarder danser et sourire et 
À t'écouter chanter et puis rire 
Laisse-moi devenir l'ombre de ton ombre 
L'ombre de ta main 
L'ombre de ton chien 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas 
Ne me quitte pas


No me dejes, no

No me dejes 
Es necesario olvidar 
Todo se puede olvidar 
Quien se escapa ya 
Olvidar el tiempo 
De los malentendidos 
Y el tiempo perdido 
A saber cómo 
Olvidar estas horas 
Quiénes mataban a veces 
A golpes de porqué 
El corazón de la felicidad 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 

Yo te ofreceré 
Perlas de lluvia 
Llegadas del país 
Donde no llueve 
Yo cavaré la tierra 
Hasta después de mi muerte 
Para cubrir tu cuerpo 
De oro y de luz 
Haré un ámbito 
Donde el amor será rey 
Donde el amor será ley 
Donde serás reina 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 

No me dejes 
Yo te inventaré 
Unas palabras absurdas 
Que te incluirá 
Yo te hablaré 
De esos amantes 
Quien vio dos veces 
Sus corazones abrazarse 
Yo te diré 
La historia de este rey 
Muerto de no haber 
Podido encontrarte 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 

A menudo vimos 
Reflejarse el fuego 
De un antiguo volcán 
Que se creía demasiado viejo 
Es, parece 
de las tierras quemadas 
Dando más trigo 
Que mejor abril 
Y cuando viene la noche 
Para que un cielo brille 
El rojo y el negro 
No se casan 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 

No me dejes 
No voy a llorar más 
No voy a hablar más 
Me esconderé allí 
Al mirarte 
Bailar y sonreír 
Y a escucharte 
Cantar y luego reír 
Déjame ser
La sombra de tu sombra 
La sombra de tu mano 
La sombra de tu perro 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes 
No me dejes


Aquí las tres mejores versiones del mismo tema.













lunes, 15 de mayo de 2017

L'Adieu



L'Adieu



El adiós



Recogí esta brizna en la nieve

Recuerda aquel otoño. En breve

No nos veremos más. Yo muero

Olor del tiempo

brizna leve

Recuerda siempre que te espero



Guillaume Apollinaire

Versión de Andrés Holguín




L'Adieu

Léo Ferré


lunes, 8 de mayo de 2017

No conozco ya la noche, terrible anonimia de la muerte.

Samotnia - Arek Kikulski




Ílios o prótos - Ήλιος ο πρώτος


(1943)


Odysséas Elýtis



Sol el primero




No conozco ya la noche, terrible anonimia de la muerte.

En lo hondo de mi alma ancla una flota de estrellas.

Véspero, centinela, brilla junto a la celeste

brisa de una isla que me sueña

para que anuncie yo el alba desde sus altas rocas.

Mis dos ojos en abrazo te navegan, con el astro

de mi verdadero corazón: no conozco ya la noche.




No conozco ya los nombres de un mundo que me niega.

Nítidamente leo las conchas, las hojas, las estrellas.

El rencor me es superfluo en las sendas del cielo.

Salvo que sea el sueño, que me vuelve a mirar

cruzar con lágrimas, el mar de la inmortalidad.

Véspero bajo el arco de tu fuego de oro,

La noche, que es sólo noche, no la conozco ya.



* * *



               

Elýtis nació en Hiraklion (Creta) en noviembre de 1911, sus primeros poemas fueron publicados en 1935, en la Revista Nuevas Letras. Adscrito a la Generación de 1930.  Junto a Nikos Gatsos fundó el primer café literario de Atenas. 

En 1940 le tocó tomar parte en la defensa de Grecia, ante la invasión de Mussolini, resultando herido al año siguiente.

En 1979 recibió el Premio Nobel.


Mikis Theodorakis inspirado en este poema compuso su Adagio (1993).



Su última obra, cargada de melancolía, fue  El jardín de las ilusiones, publicada en 1995.  Falleció en 1996.  

Llevaré luto siempre – ¿me oyes? – por ti, sólo, en el Paraíso







EL MONOGRAMA
  

ΤΟ ΜΟΝΟΓΡΑΜΜΑ



Οδυσσέας Ελύτης - Odysséas Elýtis




I Θα γυρίσει αλλού τις χαρακιές

Volverá hacia otro lado las líneas
de la mano el Destino, como el que tiene las llaves,
sólo un instante permitirá el Tiempo.
¿Cómo si no, cuando la gente se ama?
Mostrará el cielo nuestras entrañas
y golpeará al mundo la inocencia 
con la inclemencia de la negra muerte


II Πενθώ τον ήλιο και πενθώ τα χρόνια που έρχονται

De luto por el sol y de luto por los años que vendrán
sin nosotros, canto a los otros que pasaron
si son verdad
los cuerpos armónicos y las barcas que crujían suavemente
las guitarras que surgían y se apagaban bajo las aguas
los créeme y los no
una vez en el aire y otra en la música.
Dos animalitos, nuestras manos
que buscaban ascender, escondidas la una en la otra
la maceta con rocío en las puertas abiertas del patio
los fragmentos y mares que venían juntos
sobre los muros detrás de los cercados
la anémona que se quedó en tu mano
Vibraste tres veces violeta tres días 
sobre las cataratas
Si esto es verdad, canto
la viga de madera y la tela cuadrada
en la pared, la sirena de pelo suelto
la gata que nos miró en la oscuridad
el niño con el incienso y la purpurea cruz
a la hora en que anochece en lo inaccesible de las rocas.
De luto por la ropa que toqué y que me trajo el mundo


III Έτσι μιλώ για σένα και για μένα

Así hablo para ti y para mí
porque te amo y al amor sé
entrar como la Luna llena
por todas partes, por tu pequeño pie entre las grandes sábanas
deshojar jazmines –tengo la fuerza,
adormecida, puedo soplar y llevarte 
por puertos luminosos y por secretas galerías del mar
árboles hipnotizados con arañas plateadas.
Te han oído las olas
cómo acaricias, cómo besas,
cómo dices susurrando un qué o un eh bordeando el cuello, en la bahía,
siempre nosotros la luz y la sombra.
Siempre tú la pequeña estrella y siempre yo la nave en la oscuridad 
Tu siempre el puerto y yo el faro a la derecha
el muelle mojado y el fulgor en los remos.
Arriba, en la casa con las parras
las rosas trepadoras, el agua refrescante,
siempre tú la estatua de piedra y yo siempre la sombra que crece,
tú el postigo entornado, yo el aire que lo abre.
Porque te amo, te amo
siempre tú la moneda y yo la adoración por recuperarla:
Tanta noche, tanto murmullo en el viento.
Tanta gota en el aire, tantos silencios
en torno el tiránico mar.
Arco del cielo con estrellas
tan ligera tu respiración.
Porque no tengo nada más entre las cuatro paredes, el techo y el suelo,
sino gritar por ti y que mi voz me golpee,
sentir tu aroma y que se enfurezca la gente
porque lo desconocido y lo que viene de otra parte
no lo soporta la gente, y es muy temprano, me oyes,

Es muy pronto todavía en este mundo, mi amor
Para que yo hable de ti y de mí


IV Είναι νωρίς ακόμη μες στον κόσμο αυτόν, μ' ακούς

Es pronto todavía en este mundo, me oyes,
aún no se han amansado los monstruos, me oyes.
Mi sangre perdida y el afilado, me oyes,
cuchillo
Como un carnero que corre por los cielos
y rompe las ramas de los astros, me oyes.
Soy yo, me oyes
Te amo, me oyes
Te abrazo y te llevo y te pongo
el blanco vestido de novia de Ofelia, me oyes.
Dónde me dejas, a dónde vas y quién, me oyes
toma tu mano en los diluvios
las inmensas lianas y las volcánicas lavas
Llegará un día, me oyes
en que nos entierren y miles de años después
nos transformarán en rocas brillantes, me oyes
para que se refleje en ellas la crueldad, me oyes
de los hombres
y en mil pedazos nos lanzarán
a las aguas, uno a uno, me oyes
Mis amargas piedras cuento, me oyes
Y es el tiempo una gran iglesia, me oyes
donde a veces, las imágenes de los santos
lloran lágrimas verdaderas, me oyes.
Las campanas abren en las alturas, me oyes
un profundo sendero para que yo pase
Esperan los ángeles con velas y salmos fúnebres.
No voy a ninguna parte, me oyes
o ninguno, o los dos juntos, me oyes
Esta flor de la tormenta y, me oyes
del amor,
de una vez por todas la cortamos


y que no vuelva a florecer, me oyes
en otra tierra, o en otra estrella, me oyes
No existe la tierra no existe el aire
que tocamos, el mismo, me oyes
Y ningún jardinero tuvo la alegría en ningún tiempo
después de tanto invierno y de tanto viento del norte, me oyes
de ver abrirse una flor, sólo nosotros, me oyes
en medio del mar
sólo por deseo del amor, me oyes
hicimos emerger una isla entera, me oyes
con grutas y cabos y acantilados florecidos

Escucha, escucha
Quien habla en el agua y quien llora – ¿oyes?
Quien busca al otro, quien grita – ¿oyes?
Soy yo quien grita y yo quien llora, me oyes
Te amo, te amo, me oyes


V Για σένα έχω μιλήσει σε καιρούς παλιούς 

Para ti hablé en tiempos pasados
con sabias nodrizas y rebeldes guerrilleros 
de por qué tienes la tristeza de las fieras
el brillo trémulo del agua en la cara
y de por qué, dicen, iré siempre a tu lado
que no quiero amor sino viento
y el galope del mar encrespado y abierto.
Y sobre ti nadie ha oído 
sobre ti, ni el díctamo ni la seta,en las alturas de Creta, nada
sobre ti solamente aceptó Dios conducir mi mano
un poco aquí y un poco allá, cuidadosamente a tu alrededor
la luz del rostro, los huecos, el cabello
ondeando en la colina hacia la izquierda.
Tu cuerpo como el pino solitario
Ojos de orgullo y de diáfana
profundidad, en la casa con el antiguo mueble,
de amarillos encajes y madera de ciprés
Sólo espero que aparezcas por primera vez
en la parte alta de la casa o detrás en las baldosas del patio
con el caballo del Santo y el huevo de Pascua.
Como una pintura mural borrosa
grande, como te quiso esta pequeña vida
llevando en tu candil la luz deslumbrante de un volcán
Que nadie haya visto ni oído
nada en las desiertas casas destruidas
ni el ascendiente enterrado tan cerca del muro,
nada de ti, ni la anciana con todos sus hierbas.
Para ti sólo yo, quizás también la música
que sale de mi interior pero que vuelve más fuerte
Para ti el pecho sin forma de los doce años
el que ha vuelto al futuro con el cráter rojo
Para ti como un broche, el amargo aroma
que aparece dentro del cuerpo y que atraviesa el recuerdo
Y así el campo, así las palomas, así nuestra antigua tierra.


VI  Έχω δει πολλά και η γη μέσ' απ' το νου μου φαίνεται ωραιότερη

He visto mucho y la tierra en mi mente parece más hermosa
más bella dentro de la bruma dorada,
que la aguda piedra, más bello
el azul de los estrechos y las crestas de las olas
Más bellos los rayos por los que caminas sin pisar
Invencible como la diosa de Samotracia sobre las montañas
         del mar

Así te he mirado y me basta
que todo el tiempo sea inocente
por la huella que dejan tus pasos
como un inexperto delfín sigue mi alma
y juega con el blanco y el azul!
Victoria, victoria donde fui vencido
antes del amor y junto a él
con el hibisco y la flor de pasión
Vete, vete aunque yo me haya perdido
sólo y aunque sea el sol que sostienes un niño recién nacido
Que sea yo sólo la patria de luto
Que la palabra que envío te sostenga como una hoja de laurel
Sólo el viento fuerte y sólo la redondeada
piedra en el parpadeo de la sombría profundidad
¡El pescador que levantó y dejó caer en el tiempo
        al Paraíso!


VII  Στον Παράδεισο έχω σημαδέψει ένα νησί

En el Paraíso he marcado una isla
Igual que tú y una casa en el mar
Con una gran cama y una pequeña puerta 

He lanzado a la profundidad un eco
para mirarme cada mañana cuando despierte
Para verte a medias pasar sobre el agua
Y llorarte a medias en el Paraíso.
Llevaré luto siempre – ¿me oyes? – por ti,
sólo, en el Paraíso



* * *



                 
                    Odysséas (Alepudelis) Elýtis escribió este poema entre 1969 y 1971, en Paris, resultando uno de los más bellos poemas de amor que existen.  Ese año fue publicado como manuscrito, en Bruselas. En 1972 se publicó en Grecia. 






Adagio en la voz de Mikis Theodorakis
la poeta Ioulita Iliopoulou, viuda de Elytis, 
en su versión de 1998.




               

Elýtis nació en Hiraklion (Creta) en noviembre de 1911, sus primeros poemas fueron publicados en 1935, en la Revista Nuevas Letras. Adscrito a la Generación de 1930.  Junto a Nikos Gatsos fundó el primer café literario de Atenas. 

En 1940 le tocó tomar parte en la defensa de Grecia, ante la invasión de Mussolini, resultando herido al año siguiente.

En 1979 recibió el Premio Nobel.


Mikis Theodorakis inspirado en este poema compuso su Adagio (1993).

Su última obra, cargada de melancolía, fue  El jardín de las ilusiones, publicada en 1995.  Falleció en 1996.  

domingo, 7 de mayo de 2017

Madre: y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, te seguiré cantando...








La madre



No me digas
que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño, 
que se te han caído los dientes, 
que ya no puedes con tus pobres remos hinchados,
     deformados por el veneno del reuma.

No importa, madre, no importa. 
Tú eres siempre joven, 
eres una niña, 
tienes once años.
Oh, sí, tú eres para mí eso: una candorosa niña.

Y verás que es verdad si te sumerges en esas lentas aguas, 
     en esas aguas poderosas,
que te han traído a esta ribera desolada. 
Sumérgete, nada a contracorriente, cierra los ojos, 
y cuando llegues, espera allí a tu hijo. 
Porque yo también voy a sumergirme en mi niñez antigua, 
pero las aguas que tengo que remontar hasta casi la fuente,
son mucho más poderosas, son aguas turbias, como teñidas de
     sangre.
Óyelas, desde tu sueño, cómo rugen, 
cómo quieren llevarse al pobre nadador.
¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar salobre de la
     memoria!
...Ya ves: ya hemos llegado.
¿No es una maravilla que los dos hayamos arribado a esta prodigiosa
     ribera de nuestra infancia?
Si, así es como a veces fondean un mismo día en el puerto de
     Singapur dos naves,
y la una viene de Nueva Zelanda, la otra de Brest.
Así hemos llegado los dos, ahora, juntos.
Y ésta es la única realidad, la única maravillosa realidad:
que tú eres una niña y que yo soy un niño.

¿Lo ves, madre?
No se te olvide nunca que todo lo demás es mentira, que esto solo es
     verdad, la única verdad.
Verdad, tu trenza muy apretada, como la de esas niñas acabaditas de
     peinar ahora,
tu trenza, en la que se marcan tan bien los brillantes lóbulos del
     trenzado,
tu trenza, en cuyo extremo pende, inverosímil, un pequeño lacito rojo;
verdad, tus medias azules, anilladas de blanco, y las puntillas de los
     pantalones que te asoman por debajo de la falda;
verdad, tu carita alegre, un poco enrojecida, y la tristeza de tus ojos.
(Ah, ¿por qué está siempre la tristeza en el fondo de la alegría?)
¿Y adónde vas ahora? ¿Vas camino del colegio?

Ah, niña mía, madre, 
yo, niño también, un poco mayor, iré a tu lado, 
te serviré de guía, 
te defenderé galantemente de todas las brutalidades de mis
     compañeros,
te buscaré flores,
me subiré a las tapias para cogerte las moras más negras, las más
     llenas de jugo,
te buscaré grillos reales, de esos cuyo cri-crí es como un choque de
     campanitas de plata.
¡Qué felices los dos, a orillas del río, ahora que va a ser el verano!






A nuestro paso van saltando las ranas verdes, 
van saltando, van saltando al agua las ranas verdes:
es como un hilo continuo de ranas verdes, 
que fuera repulgando la orilla, hilvanando la orilla con el río.
¡Oh qué felices los dos juntos, solos en esta mañana! 
Ves: todavía hay rocío de la noche; llevamos los zapatos
    llenos de deslumbrantes gotitas.

¿O es que prefieres que yo sea tu hermanito menor? 
Sí, lo prefieres.
Seré tu hermanito menor, niña mía, hermana mía, madre mía. 
¡Es tan fácil!
Nos pararemos un momento en medio del camino, 
para que tú me subas los pantalones, 
y para que me suenes las narices, que me hace mucha falta 
(porque estoy llorando; sí, porque ahora estoy llorando).

No. No debo llorar, porque estamos en un bosque.
Tú ya conoces las delicias del bosque (las conoces por los cuentos,
porque tú nunca has debido estar en un bosque,
o por lo menos no has estado nunca en esta deliciosa soledad, 
     con tu hermanito).
Mira, esa llama rubia que velocísimamente repiquetea las ramas 
     de los pinos,
esa llama que como un rayo se deja caer al suelo, y que ahora 
     de un bote salta a mi hombro,
no es fuego, no es llama, es una ardilla.
¡No toques, no toques ese joyel, no toques esos diamantes!
¡Qué luces de fuego dan, del verde más puro, del tristísimo y virginal
     amarillo, del blanco creador, del más hiriente blanco!
¡No, no lo toques!: es una tela de araña, cuajada de gotas de rocío.
Y esa sensación que ahora tienes de una ausencia invisible, como una
     bella tristeza, ese acompasado y ligerísimo rumor de pies lejanos,
     ese vacío, ese presentimiento súbito del bosque,
es la fuga de los corzos. ¿No has visto nunca corzas en huida?
¡Las maravillas del bosque! Ah, son innumerables; nunca te las podría
     enseñar todas, tendríamos para toda una vida...

...para toda una vida. He mirado, de pronto, y he visto tu bello rostro
     lleno de arrugas,
el torpor de tus queridas manos deformadas, 
y tus cansados ojos llenos de lágrimas que tiemblan. 
Madre mía, no llores: víveme siempre en sueño. 
Vive, víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo hostil, 
     de mi egoísmo de hombre, de mis palabras duras. 
Duerme ligeramente en ese bosque prodigioso de tu inocencia,
en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto.
Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el sueño.

No tengas miedo, madre. Mira, un día ese tu sueño cándido se te hará
     de repente más profundo y más nítido.
Siempre en el bosque de la primer mañana, siempre en el bosque
     nuestro.
Pero ahora ya serán las ardillas, lindas, veloces llamas, llamitas de
     verdad;
y las telas de araña, celestes pedrerías;
y la huida de corzas, la fuga secular de las estrellas a la busca de Dios.
Y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, te seguiré cantando.
Tú oirás la oculta música, la música que rige el universo.
Y allá en tu sueño, madre, tú creerás que es tu hijo quien la envía. 
    Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo.
Madre, no temas. Dulcemente arrullada, dormirás en el bosque el más
     profundo sueño.
Espérame en tu sueño. Espera allí a tu hijo, madre mía.



* * *







Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 1898 - 1990) literato y filólogo español, adscrito a la Generación del 27, Director de la Real Academia Española, la Revista de Filología Española y miembro de la Real Academia de la Historia. Premio Nacional de Literatura 1927. Premio Miguel de Cervantes 1978.


sábado, 6 de mayo de 2017

Rabia, rabia, contra la agonía de la luz...


Alister Konrad - Mystical Moods





No entres dócilmente en esa noche quieta



Dylan Thomas



No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz. 



* * * * *




Do not go gentle into that good night



Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.



Traducción: Elizabeth Azcona Cranwell



              Este poema, verdadera elegía la escribió Dylan Thomas en 1951,cuando su padre David John Thomas (1876–1952), se encontraba a las puertas de la muerte, ocurrida un año antes de su propia muerte.



Dylan Marlais Thomas (Swansea, Gales, Reino Unido, 27 de octubre de 1914 - Nueva York, 9 de noviembre de 1953) poeta, escritor de cuentos y dramaturgo británico. Genio de las letras, murió tempranamente, a los 39 años de edad, producto del caos en que cayó su vida por los excesos, circunstancia a la que quizás podemos atribuir también su genialidad delirante.


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