I will wait for you

I will wait for you
"Expectations" - Christophe Vacher

lunes, 24 de marzo de 2014

La muerte de Platero



"Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores..."

(CXXXII) De: Platero y yo - Juan Ramón Jiménez

A cien años de 'Platero y yo'





David González - Ilustración 'Platero y él'





PLATERO Y YO




I - Platero

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se
diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de aza-
bache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su
hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. . .
Lo llamo dulcemente: "Platero?", y viene a mí con un trotecillo
alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal . . .

Come cuanto le doy. Le gustan naranjas, mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina go-
tita de miel . . .

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña . . .; pero
fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos,
por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos
de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
-Tiene acero . . .
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.


* * *

Primera edición de 'Platero y yo' (1914)











Juan Ramón Jiménez Mantecón
(Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958) poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma, la narración lírica Platero y yo.




Noticias

domingo, 16 de marzo de 2014

... de aquellas flores sombrías...

Pansy  -  Georgia O'Keeffe


Mis Flores Negras


Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
en el fondo de ésta alma que ya no alegras,
entre polvo de ensueños y de ilusiones
brotan entumecidas mis flores negras.

Ellas son mis dolores, capullos hechos
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces cual los helechos,
en las húmedas grietas de las montañas,

Ellas son tus desdenes y tus rigores;
son tus pérfidas frases y tus desvíos;
son tus besos vibrantes y abrasadores
en pétalos tornados, negros y fríos.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos... auroras que no eran mías.

Ellas son mis gemidos y mis reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son por eso tan negras como las noches
de los gélidos polos... mis flores negras.

Guarda, pues, este triste, débil manojo
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo; nada temas: es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.


* * *

Un poema antiquísimo y no menos bello, del poeta colombiano Julio Flórez Roa, nacido en  Chiquinquirá, Boyacá, 1867 y fallecido en Usiacurí, Atlántico, 1923, a los 55 años de edad. Según cuenta la tradición fue musicalizado por el propio poeta desde la cárcel.

Existen diversas versiones acerca de la autoría de la música de este pasillo colombiano, la mayoría sostiene que el compositor sería el mismo poeta, autor de la letra. Y se supone que la compuso desde la cárcel en 1903, junto con el pianista y compositor Emilio Murillo Chapull, donde se encontraban confinados por rebeldes, al publicar un pasquín antigobierno durante la Guerra de los mil días (1899-1993). La primera grabación que se hizo de esta popular canción fue la del dueto ecuatoriano Alvarado y Safadi, en 1916. Carlos Gardel lo grabó en 1922. 









Dice de Julio Flórez Roa el escritor Octavio Amortegui«Tenía mucho del príncipe enlutado de la tragedia. Fuerte en su delgadez, más alto que bajo, negra como la endrina la media melena, tupidas las cejas y soñadores los ojos. Ojos alelados, ausentes y tristes, noblemente tristes, bajo los párpados pesados, quizá por lo gruesos, que daban a sus pupilas una cálida y brumosa lejanía crepuscular. Eran los labios sedientos bajo el bigote delgado y fino de Don Juan. Y entre la frente serenísima y el mentón, señoreando el rostro atezado y mate, la fuerte, sensitiva y tajante nariz. Esa perfecta nariz, tan difícil de encontrar -al decir de Tejada-, como un alma perfecta." Ha sido llamado «el último becqueriano» y «el último romántico», precisamente porque siendo contemporáneo, se mantuvo al margen del Modernismo». Perteneció al grupo llamado la Gruta Simbólica, junto a dos grandes poetas de la época, Candelario Obeso y José Asunción Silva.

Luis María Mora, conocido como «Moratín» dice de ellos:  «Un grupo de soñadores, músicos y poetas, al frente del cual iba él (Julio Flórez), se dirigía al camposanto a eso de la media noche, en las más espléndidas ascensiones de la luna. El grupo salvaba la verja, tomaba el vial del Torreón de Padilla y penetraba en los osarios. Una melancólica música de instrumentos de cuerda sonaba en la cripta. Algunas aves sacudían las alas en los cipreses; cruzaban de lejos las luciérnagas de los fuegos fatuos y la luna iluminaba los mármoles de las tumbas. ¡Eran confidencias con los sepulcros! ¡Eran singulares serenatas a los muertos! Algunos inclinaban la frente contra los troncos de los árboles, y meditaban. Algunas veces Julio Flórez recitaba sus versos a Silva. Luego el grupo tornaba a la ciudad antes que los sorprendiese la claridad del día, y así terminaban las extravagantes visitas a tantos seres idos, ya libres de las cadenas de la carne.»

El poeta colombiano Alfredo Gómez Jaime, quien se desempeñaba también como el poeta en un cargo diplomático en la Embajada de Colombia en España, no mencionó nunca la interpretación de Mis Flores Negras en las veladas que sostuvieron en su piso en la Calle de Atocha de Madrid los dos colombianos en compañía de algunos escritores como Rubén Darío, Francisco Villaespesa, Valleinclán, Manuel y Antonio Machado, José Santos ChocanoGloria Serpa-Flórez, sobrina del poeta piensa que, si ya estaba compuesto este pasillo, Julio lo habría cantado allí. Alfredo Gómez Jaime relata así estas veladas: «Algunas noches se dignaba ir el gran solitario [Flórez] y nos subyugaba a todos con la magia de su verbo único, y a veces, también, nos hacía soñar con el alma dulce y triste de su tierra colombiana, cantando al piano los bambucos más sentimentales… ¡Oh encanto fúnebre y hondo de aquel Simón el Enterrador al que la voz de Julio ponía algo así como un temblor de lágrimas…»


Julio Flórez ha pasado a la historia como un bardo popular, que supo interpretar los amores y los dolores de la nación colombiana bajo temas absolutos como la naturaleza, la madre, la patria, la amada y la muerte.


* Fuente: