Grey wagtail (Motacilla cinerea) - Fran Byrne |
ELOGIO DE LOS PÁJAROS
Me gustan los pájaros porque vuelan y no vuelan. Porque se
zambullen en las aguas y en las nubes. Porque sus huesos están
llenos de aire. Por la pelusa impermeable que tienen bajo las
plumas. Por esas garras que han desaparecido de las alas pero
que se han conservado en las patas, salvo en esas en forma de
remo, dignas también de todo nuestro respeto. Me gustan los
pájaros por sus patas de palillo, y por las torcidas también, cubiertas
en ocasiones por escamas púrpuras, amarillas o azules.
Por su andar elegante y majestuoso, y por su cojera, que siempre
da la impresión de que la tierra que hay bajo sus pies se
balancee. Por esos ojillos desorbitados que nos ven a su manera.
Por los picos puntiagudos, con forma de tijeras, curvos,
aplastados,largos o cortos. Por las pecheras emplumadas,los penachos,
las crestas, los collarines, los volantes, las almillas, los
pantalones, los abanicos y los ribetes. Yo misma valoro en gran
medida no solo la grisura en el pelaje del ave, la cual nunca resulta
monótona, sino también el abigarramiento, el cual durante
la época del celo siempre se las arregla para ofrecernos
algún efecto adicional. Me gustan los pájaros por sus nidos, sus
huevos y las bocas reptilianas abiertas de par en par de los polluelos. Y, finalmente, por esas voces chirriantes y melodiosas
que gorjean, trinan y gorgotean.
Papamoscas gris |
El autor de este atlas sobre los
pájaros le ha dedicado una atención muy especial a todas esas voces. Por ejemplo, el «pst pst tik tik» es la voz de reclamo del
papamoscas gris, mientras que el «bit bit cyt crr» corresponde
al papamoscas negro, una diferencia sustancial que impide
la confusión amorosa entre estas dos familias tan cercanas.
Como es de suponer, todo intento por reproducir las voces de
las aves mediante los sonidos del lenguaje humano es claramente
impreciso, y sería todo mucho más fácil si el atlas incluyese
algunos discos. Pero Jan Sokołowski sabía muy bien qué
hacía: dada la ya conocida presteza de nuestra industria musical,
un atlas como este con grabaciones aparecería dentro de
setenta años. Por ello, su laboriosa aunque imperfecta trascripción
merece nuestro reconocimiento; si bien, debe añadirse
también que su trabajo es fruto de varios siglos de tradición
literaria. Y dado que hablamos de literatura, debo decir
que también me gustan los pájaros porque han revoloteado
durante siglos dentro de la poesía polaca. Desgraciadamente,
no todos ellos. El protagonista y el predilecto de la poesía es el
ruiseñor. El águila, el cuervo, el búho, la golondrina, la cigüeña, la paloma, la gaviota, el cisne, la grulla, la alondra y el cuclillo pertenecen a esa casta privilegiada. También
encontramos a la garza, el tordo, el camachuelo, el aguzanieves,
el pinzón, el mirlo y muchos otros, aunque más esporádicamente.
Ruiseñor |
Hay pájaros cuya existencia la poesía calla, simplemente
porque sus nombres son tan desparpajados que
arruinarían el ambiente lírico. Nunca me he encontrado con el
verderón, el triguero, el trillador marrón o, incluso, con el bigotudo.
El desafortunado chotacabras no es para nada más feo
que la golondrina, pero no ha conseguido hacer carrera poética. Solo podemos albergar la esperanza de que, en el futuro, algún
poeta se apiade finalmente de él o de algún porrón osculado.
Al menos, este no es el peor de los futuros, ya que aún hay
esperanza. Otro cantar es el de aquellos pájaros condenados
por tener un nombre ambiguo. El alcaraván, el colirrojo o el gorrión (1) solo añadirían confusión al paisaje poético. ¿Y qué
pasa con la cogujada o galerita cristata? En otra época prestó su
nombre a las jóvenes doncellas y lo echó todo a perder. Un
poeta que escribiese «A mi tranquila choza llegó volando una
galerita», sería hoy considerado como un donjuán fanfarrón.
¿Y qué tal sería el pato havelda? «Un vez me senté en la empalizada
y me rozó, al vuelo, una havelda...» No, no puede ser.
¿Y qué tal el pájaro combatiente? «No vagues junto al Narew,(2)
vida mía, para que los combatientes no se asusten al verte...»
¿Qué clase de bardo se arriesgaría por algo así? El que esos
parias voladores se sientan dolorosamente afectados por su
ausencia en nuestra poesía es un asunto aparte. Siempre pueden
resarcirse incorporándose a la poesía de algún país extranjero en
donde su nombre no pueda asociarse con ninguna otra cosa.
Pájaros combatientes machos |
* Notas:
(1) Todos los nombres de ave que se citan a partir de este instante tienen en polaco
un doble significado que los hace simpáticos a los ojos del lector, pero que
resulta absolutamente intraducible en castellano, por lo que perdemos ese gracioso
juego de palabras del original. Hemos tratado, en la medida de lo posible,
de hacer comprensible el texto al lector español.
(2) El Narew es un río del oeste de Bielorrusia y noreste de Polonia, afluente del
Vístula.
* * *
Wislawa Szymborska “Lecturas no obligatorias“ sobre "Los pájaros de Polonia" de Jan Sokołowski,
con ilustraciones en color de Władysław Siwka,
Varsovia, Wydawnictwa Szkolne i Pedagogiczne, 1979.
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