El «Yo pecador» del artista
¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.
¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi existencia irremediable, melodía monótona de la marejada, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la divagación el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin
argucias, sin silogismos, sin deducciones.
Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad.
La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Mis nervios, harto tirantes, no dan más que vibraciones chillonas, dolorosas.
Y ahora la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. La insensibilidad del mar, lo inmutable del espectáculo me subleva...
¡Ay! ¿Es fuerza eternamente sufrir, o huir de lo bello eternamente?
¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame!
¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo!
El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.
* Charles Pierre Baudelaire (1821 - 1867) poeta francés, crítico de arte y traductor. Principal representante del simbolismo francés. Considerado uno de los "poetas malditos".
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"Las distancias tocadas por la gracia vuelven amigos a los extraños."