El nombre del blog responde al concepto gaélico de "El pulso de mi corazón", que es, en definitiva, lo que debe guiar nuestros pasos por el camino de la vida.
"Roque Dalton tiene 22 años, es delgado, de mediana estatura, ágil, nervioso, de músculos casi elásticos que vibran y se encrespan continuamente bajo las descargas de su corazón de poeta [...] escribe poesía, cuentos y crítica literaria. Distribuye el tiempo entre sus estudios universitarios y su indeclinable vocación de escritor que lo lleva de un lado a otro de la ciudad, con juvenil y generoso entusiasmo, siempre en busca de alguna tarea que cumplir." (Luis Alvarenga, El ciervo perseguido. Dirección de Publicaciones e Impresos, 2002).
"Roque es para mí el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literaria, la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de connaturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino.(...) Roque Dalton era un hombre que a los cuarenta años daba la impresión de un chico de diecinueve. Tenía algo de niño, conductas de niño, era travieso, juguetón. Era difícil saber y darse cuenta de la fuerza, la seriedad y la eficacia que se escondían detrás de ese muchacho. (...) Nunca se pudo separar al poeta del luchador, al novelista del combatiente, y por eso su vida fue una serie continua de persecuciones, prisiones, exilios, fugas en algunos casos espectaculares y un retorno final a su país después de muchos años pasados en otros lugares de exilio para integrarse a la lucha donde habría de perder la vida..." (
Julio Cortázar, en una clase magistral).
"Su ética y su estética personales, forjadas en la incandescente realidad de El Salvador, produjeron a un ser humano cuya poesía y vida personal eran una sola cosa. Tenía el gran don del sentido del humor, se burlaba de todo, empezando por sí mismo, y eso lo salvó de la mojigatería que suele acompañar al fervor revolucionario." (Clarivel Alegría).
"Roquito hacía reír hasta a las piedras, como lo escribió Eduardo Galeano. Hacía reír porque rompía los lugares comunes. Nadie menos solemne que Roque Dalton, nadie más capaz de hacer reír hasta las horas negras, más dispuesto a aventarse a pecho abierto contra el peligro, nadie más accidentado." (Elena Poniatowska).
Roque Dalton por Salvador Corratgé, (fotógrafo cubano, Praga,1966)
Roque Antonio Dalton García (San Salvador, 1935-1975), de madre salvadoreña y padre estadounidense, creció en un ambiente privilegiado de la sociedad salvadoreña. Su padre financió su educación en los mejores institutos católicos de San Salvador, aunque lo reconoció a los 17 años. Lo envió a estudiar Derecho a la Universidad Católica de Chile (1953), pero cuentan que el propio Decano de la facultad de Teología de esa institución le recomendó inscribirse en la Universidad de Chile que podría entregarle una educación más ecléctica, conforme a sus propios intereses. Allí tomó contacto con miembros del partido comunista; lo que marcaría decisivamente su vida futura. Considerado uno de los principales representantes de las letras centroamericanas, supo conjugar su labor como poeta, ensayista, periodista y guerrillero.
El 10 de mayo de 1975 (Día de la madre), fue asesinado por alguno de sus propios compañeros, con quienes mantenía diferencias ideológicas, en relación a la lucha armada. Lo consideraban demasiado burgués, porque prefería el discurso lógico a las armas.
"[Juan José Dalton, hijo de Roque] me contó que allá,
en las montañas de El Salvador,
andando con la aguerrida tropa de los humildes,
trotaba un unicornio azul con un cuerno."
(Silvio Rodríguez, al develar la verdadera historia del unicornio azul).
Sus restos nunca fueron encontrados, duermen por alguna tumba sin nombre y sin flores, como los de Federico García Lorca. La misma muerte, tan artera e inútil.
De acuerdo a un informe de la Misión de observadores de las Naciones Unidas en El Salvador, Dalton habría sido ejecutado en El Playón, una zona de restos volcánicos del volcán de San Salvador.
"Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre,
De alguna forma están estrechamente entrelazadas estas historias, La Abandonada de Rodin, la propia Camille Claudel, la escultoraamante de Auguste Rodin, que muere abandonada en un psiquiátricoylaactriz Suzanne Gabriello 'Zizou', amante abandonada por Jacques Brel.
Ne me quitte pas
Jacques Roman Brel
Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s'oublier
Qui s'enfuit déjà
Oublier le temps
Des malentendus et le temps perdu
À savoir comment
Oublier ces heures
Qui tuaient parfois à coups de pourquoi
Le cœur du bonheur
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Moi je t'offrirai
Des perles de pluie
Venues de pays où il ne pleut pas
Je creuserai la terre jusqu'après ma mort
Pour couvrir ton corps d'or et de lumière
Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi, où l'amour sera loi
Où tu seras reine
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je t'inventerai
Des mots insensés
Que tu comprendras
Je te parlerai
De ces amants-la
Qui ont vu deux fois leurs cœurs s'embraser
Je te raconterai l'histoire de ce roi mort
De n'avoir pas pu te rencontrer
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
On a vu souvent
Rejaillir le feu
D'un ancien volcan
Qu'on croyait trop vieux
Il est, paraît-il
Des terres brûlées
Donnant plus de blé
Qu'un meilleur avril
Et quand vient le soir
Pour qu'un ciel flamboie
Le rouge et le noir ne s'épousent-ils pas?
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Je ne vais plus pleurer
Je ne vais plus parler
Je me cacherai là
À te regarder danser et sourire et
À t'écouter chanter et puis rire
Laisse-moi devenir l'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
No me dejes, no No me dejes Es necesario olvidar Todo se puede olvidar Quien se escapa ya Olvidar el tiempo De los malentendidos Y el tiempo perdido A saber cómo Olvidar estas horas Quiénes mataban a veces A golpes de porqué El corazón de la felicidad No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes Yo te ofreceré Perlas de lluvia Llegadas del país Donde no llueve Yo cavaré la tierra Hasta después de mi muerte Para cubrir tu cuerpo De oro y de luz Haré un ámbito Donde el amor será rey Donde el amor será ley Donde serás reina No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes Yo te inventaré Unas palabras absurdas Que te incluirá Yo te hablaré De esos amantes Quien vio dos veces Sus corazones abrazarse Yo te diré La historia de este rey Muerto de no haber Podido encontrarte No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes A menudo vimos Reflejarse el fuego De un antiguo volcán Que se creía demasiado viejo Es, parece de las tierras quemadas Dando más trigo Que mejor abril Y cuando viene la noche Para que un cielo brille El rojo y el negro No se casan No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes No voy a llorar más No voy a hablar más Me esconderé allí Al mirarte Bailar y sonreír Y a escucharte Cantar y luego reír Déjame ser La sombra de tu sombra La sombra de tu mano La sombra de tu perro No me dejes No me dejes No me dejes No me dejes Aquí las tres mejores versiones del mismo tema.
No conozco ya la noche, terrible anonimia de la muerte.
En lo hondo de mi alma ancla una flota de estrellas.
Véspero, centinela, brilla junto a la celeste
brisa de una isla que me sueña
para que anuncie yo el alba desde sus altas rocas.
Mis dos ojos en abrazo te navegan, con el astro
de mi verdadero corazón: no conozco ya la noche.
No conozco ya los nombres de un mundo que me niega.
Nítidamente leo las conchas, las hojas, las estrellas.
El rencor me es superfluo en las sendas del cielo.
Salvo que sea el sueño, que me vuelve a mirar
cruzar con lágrimas, el mar de la inmortalidad.
Véspero bajo el arco de tu fuego de oro,
La noche, que es sólo noche, no la conozco ya.
* * *
Elýtis nació en Hiraklion (Creta) en noviembre de 1911, sus primeros poemas fueron publicados en 1935, en la Revista Nuevas Letras. Adscrito a la Generación de 1930. Junto a Nikos Gatsos fundó el primer café literario de Atenas.
En 1940 le tocó tomar parte en la defensa de Grecia, ante la invasión de Mussolini, resultando herido al año siguiente.
En 1979 recibió el Premio Nobel.
Mikis Theodorakis inspirado en este poema compuso su Adagio (1993).
Su última obra, cargada de melancolía, fue El jardín de las ilusiones, publicada en 1995. Falleció en 1996.
EL MONOGRAMA ΤΟ ΜΟΝΟΓΡΑΜΜΑ Οδυσσέας Ελύτης - Odysséas Elýtis I Θα γυρίσει αλλού τις χαρακιές Volverá hacia otro lado las líneas de la mano el Destino, como el que tiene las llaves, sólo un instante permitirá el Tiempo. ¿Cómo si no, cuando la gente se ama? Mostrará el cielo nuestras entrañas y golpeará al mundo la inocencia con la inclemencia de la negra muerte II Πενθώ τον ήλιο και πενθώ τα χρόνια που έρχονται De luto por el sol y de luto por los años que vendrán sin nosotros, canto a los otros que pasaron si son verdad los cuerpos armónicos y las barcas que crujían suavemente las guitarras que surgían y se apagaban bajo las aguas los créeme y los no una vez en el aire y otra en la música. Dos animalitos, nuestras manos que buscaban ascender, escondidas la una en la otra la maceta con rocío en las puertas abiertas del patio los fragmentos y mares que venían juntos sobre los muros detrás de los cercados la anémona que se quedó en tu mano Vibraste tres veces violeta tres días sobre las cataratas Si esto es verdad, canto la viga de madera y la tela cuadrada en la pared, la sirena de pelo suelto la gata que nos miró en la oscuridad el niño con el incienso y la purpurea cruz a la hora en que anochece en lo inaccesible de las rocas. De luto por la ropa que toqué y que me trajo el mundo III Έτσι μιλώ για σένα και για μένα Así hablo para ti y para mí porque te amo y al amor sé entrar como la Luna llena por todas partes, por tu pequeño pie entre las grandes sábanas deshojar jazmines –tengo la fuerza, adormecida, puedo soplar y llevarte por puertos luminosos y por secretas galerías del mar árboles hipnotizados con arañas plateadas. Te han oído las olas cómo acaricias, cómo besas, cómo dices susurrando un qué o un eh bordeando el cuello, en la bahía, siempre nosotros la luz y la sombra. Siempre tú la pequeña estrella y siempre yo la nave en la oscuridad Tu siempre el puerto y yo el faro a la derecha el muelle mojado y el fulgor en los remos. Arriba, en la casa con las parras las rosas trepadoras, el agua refrescante, siempre tú la estatua de piedra y yo siempre la sombra que crece, tú el postigo entornado, yo el aire que lo abre. Porque te amo, te amo siempre tú la moneda y yo la adoración por recuperarla: Tanta noche, tanto murmullo en el viento. Tanta gota en el aire, tantos silencios en torno el tiránico mar. Arco del cielo con estrellas tan ligera tu respiración. Porque no tengo nada más entre las cuatro paredes, el techo y el suelo, sino gritar por ti y que mi voz me golpee, sentir tu aroma y que se enfurezca la gente porque lo desconocido y lo que viene de otra parte no lo soporta la gente, y es muy temprano, me oyes, Es muy pronto todavía en este mundo, mi amor Para que yo hable de ti y de mí IV Είναι νωρίς ακόμη μες στον κόσμο αυτόν, μ' ακούς Es pronto todavía en este mundo, me oyes, aún no se han amansado los monstruos, me oyes. Mi sangre perdida y el afilado, me oyes, cuchillo Como un carnero que corre por los cielos y rompe las ramas de los astros, me oyes. Soy yo, me oyes Te amo, me oyes Te abrazo y te llevo y te pongo el blanco vestido de novia de Ofelia, me oyes. Dónde me dejas, a dónde vas y quién, me oyes toma tu mano en los diluvios las inmensas lianas y las volcánicas lavas Llegará un día, me oyes en que nos entierren y miles de años después nos transformarán en rocas brillantes, me oyes para que se refleje en ellas la crueldad, me oyes de los hombres y en mil pedazos nos lanzarán a las aguas, uno a uno, me oyes Mis amargas piedras cuento, me oyes Y es el tiempo una gran iglesia, me oyes donde a veces, las imágenes de los santos lloran lágrimas verdaderas, me oyes. Las campanas abren en las alturas, me oyes un profundo sendero para que yo pase Esperan los ángeles con velas y salmos fúnebres. No voy a ninguna parte, me oyes o ninguno, o los dos juntos, me oyes Esta flor de la tormenta y, me oyes del amor, de una vez por todas la cortamos
y que no vuelva a florecer, me oyes en otra tierra, o en otra estrella, me oyes No existe la tierra no existe el aire que tocamos, el mismo, me oyes Y ningún jardinero tuvo la alegría en ningún tiempo después de tanto invierno y de tanto viento del norte, me oyes de ver abrirse una flor, sólo nosotros, me oyes en medio del mar sólo por deseo del amor, me oyes hicimos emerger una isla entera, me oyes con grutas y cabos y acantilados florecidos Escucha, escucha Quien habla en el agua y quien llora – ¿oyes? Quien busca al otro, quien grita – ¿oyes? Soy yo quien grita y yo quien llora, me oyes Te amo, te amo, me oyes
V Για σένα έχω μιλήσει σε καιρούς παλιούς Para ti hablé en tiempos pasados con sabias nodrizas y rebeldes guerrilleros de por qué tienes la tristeza de las fieras el brillo trémulo del agua en la cara y de por qué, dicen, iré siempre a tu lado que no quiero amor sino viento y el galope del mar encrespado y abierto. Y sobre ti nadie ha oído sobre ti, ni el díctamo ni la seta,en las alturas de Creta, nada sobre ti solamente aceptó Dios conducir mi mano un poco aquí y un poco allá, cuidadosamente a tu alrededor la luz del rostro, los huecos, el cabello ondeando en la colina hacia la izquierda. Tu cuerpo como el pino solitario Ojos de orgullo y de diáfana profundidad, en la casa con el antiguo mueble, de amarillos encajes y madera de ciprés Sólo espero que aparezcas por primera vez en la parte alta de la casa o detrás en las baldosas del patio con el caballo del Santo y el huevo de Pascua. Como una pintura mural borrosa grande, como te quiso esta pequeña vida llevando en tu candil la luz deslumbrante de un volcán Que nadie haya visto ni oído nada en las desiertas casas destruidas ni el ascendiente enterrado tan cerca del muro, nada de ti, ni la anciana con todos sus hierbas. Para ti sólo yo, quizás también la música que sale de mi interior pero que vuelve más fuerte Para ti el pecho sin forma de los doce años el que ha vuelto al futuro con el cráter rojo Para ti como un broche, el amargo aroma que aparece dentro del cuerpo y que atraviesa el recuerdo Y así el campo, así las palomas, así nuestra antigua tierra. VI Έχω δει πολλά και η γη μέσ' απ' το νου μου φαίνεται ωραιότερη He visto mucho y la tierra en mi mente parece más hermosa más bella dentro de la bruma dorada, que la aguda piedra, más bello el azul de los estrechos y las crestas de las olas Más bellos los rayos por los que caminas sin pisar Invencible como la diosa de Samotracia sobre las montañas del mar Así te he mirado y me basta que todo el tiempo sea inocente por la huella que dejan tus pasos como un inexperto delfín sigue mi alma y juega con el blanco y el azul! Victoria, victoria donde fui vencido antes del amor y junto a él con el hibisco y la flor de pasión Vete, vete aunque yo me haya perdido sólo y aunque sea el sol que sostienes un niño recién nacido Que sea yo sólo la patria de luto Que la palabra que envío te sostenga como una hoja de laurel Sólo el viento fuerte y sólo la redondeada piedra en el parpadeo de la sombría profundidad ¡El pescador que levantó y dejó caer en el tiempo al Paraíso! VII Στον Παράδεισο έχω σημαδέψει ένα νησί En el Paraíso he marcado una isla Igual que tú y una casa en el mar Con una gran cama y una pequeña puerta He lanzado a la profundidad un eco para mirarme cada mañana cuando despierte Para verte a medias pasar sobre el agua Y llorarte a medias en el Paraíso. Llevaré luto siempre – ¿me oyes? – por ti, sólo, en el Paraíso * * *
Odysséas (Alepudelis) Elýtis escribió este poema entre 1969 y 1971, en Paris, resultando uno de los más bellos poemas de amor que existen. Ese año fue publicado como manuscrito, en Bruselas. En 1972 se publicó en Grecia.
Adagio en la voz de Mikis Theodorakis y la poeta Ioulita Iliopoulou, viuda de Elytis, en su versión de 1998.
Elýtis nació en Hiraklion (Creta) en noviembre de 1911, sus primeros poemas fueron publicados en 1935, en la Revista Nuevas Letras. Adscrito a la Generación de 1930. Junto a Nikos Gatsos fundó el primer café literario de Atenas.
En 1940 le tocó tomar parte en la defensa de Grecia, ante la invasión de Mussolini, resultando herido al año siguiente.
En 1979 recibió el Premio Nobel.
Mikis Theodorakis inspirado en este poema compuso su Adagio (1993).
Su última obra, cargada de melancolía, fue El jardín de las ilusiones, publicada en 1995. Falleció en 1996.
La madre No me digas que estás llena de arrugas, que estás llena de sueño, que se te han caído los dientes, que ya no puedes con tus pobres remos hinchados, deformados por el veneno del reuma. No importa, madre, no importa. Tú eres siempre joven, eres una niña, tienes once años. Oh, sí, tú eres para mí eso: una candorosa niña. Y verás que es verdad si te sumerges en esas lentas aguas, en esas aguas poderosas, que te han traído a esta ribera desolada. Sumérgete, nada a contracorriente, cierra los ojos, y cuando llegues, espera allí a tu hijo. Porque yo también voy a sumergirme en mi niñez antigua, pero las aguas que tengo que remontar hasta casi la fuente, son mucho más poderosas, son aguas turbias, como teñidas de sangre. Óyelas, desde tu sueño, cómo rugen, cómo quieren llevarse al pobre nadador. ¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar salobre de la memoria! ...Ya ves: ya hemos llegado. ¿No es una maravilla que los dos hayamos arribado a esta prodigiosa ribera de nuestra infancia? Si, así es como a veces fondean un mismo día en el puerto de Singapur dos naves, y la una viene de Nueva Zelanda, la otra de Brest. Así hemos llegado los dos, ahora, juntos. Y ésta es la única realidad, la única maravillosa realidad: que tú eres una niña y que yo soy un niño. ¿Lo ves, madre? No se te olvide nunca que todo lo demás es mentira, que esto solo es verdad, la única verdad. Verdad, tu trenza muy apretada, como la de esas niñas acabaditas de peinar ahora, tu trenza, en la que se marcan tan bien los brillantes lóbulos del trenzado, tu trenza, en cuyo extremo pende, inverosímil, un pequeño lacito rojo; verdad, tus medias azules, anilladas de blanco, y las puntillas de los pantalones que te asoman por debajo de la falda; verdad, tu carita alegre, un poco enrojecida, y la tristeza de tus ojos. (Ah, ¿por qué está siempre la tristeza en el fondo de la alegría?) ¿Y adónde vas ahora? ¿Vas camino del colegio? Ah, niña mía, madre, yo, niño también, un poco mayor, iré a tu lado, te serviré de guía, te defenderé galantemente de todas las brutalidades de mis compañeros, te buscaré flores, me subiré a las tapias para cogerte las moras más negras, las más llenas de jugo, te buscaré grillos reales, de esos cuyo cri-crí es como un choque de campanitas de plata. ¡Qué felices los dos, a orillas del río, ahora que va a ser el verano!
A nuestro paso van saltando las ranas verdes, van saltando, van saltando al agua las ranas verdes: es como un hilo continuo de ranas verdes, que fuera repulgando la orilla, hilvanando la orilla con el río. ¡Oh qué felices los dos juntos, solos en esta mañana! Ves: todavía hay rocío de la noche; llevamos los zapatos llenos de deslumbrantes gotitas. ¿O es que prefieres que yo sea tu hermanito menor? Sí, lo prefieres. Seré tu hermanito menor, niña mía, hermana mía, madre mía. ¡Es tan fácil! Nos pararemos un momento en medio del camino, para que tú me subas los pantalones, y para que me suenes las narices, que me hace mucha falta (porque estoy llorando; sí, porque ahora estoy llorando). No. No debo llorar, porque estamos en un bosque. Tú ya conoces las delicias del bosque (las conoces por los cuentos, porque tú nunca has debido estar en un bosque, o por lo menos no has estado nunca en esta deliciosa soledad, con tu hermanito). Mira, esa llama rubia que velocísimamente repiquetea las ramas de los pinos, esa llama que como un rayo se deja caer al suelo, y que ahora de un bote salta a mi hombro, no es fuego, no es llama, es una ardilla. ¡No toques, no toques ese joyel, no toques esos diamantes! ¡Qué luces de fuego dan, del verde más puro, del tristísimo y virginal amarillo, del blanco creador, del más hiriente blanco! ¡No, no lo toques!: es una tela de araña, cuajada de gotas de rocío. Y esa sensación que ahora tienes de una ausencia invisible, como una bella tristeza, ese acompasado y ligerísimo rumor de pies lejanos, ese vacío, ese presentimiento súbito del bosque, es la fuga de los corzos. ¿No has visto nunca corzas en huida? ¡Las maravillas del bosque! Ah, son innumerables; nunca te las podría enseñar todas, tendríamos para toda una vida... ...para toda una vida. He mirado, de pronto, y he visto tu bello rostro lleno de arrugas, el torpor de tus queridas manos deformadas, y tus cansados ojos llenos de lágrimas que tiemblan. Madre mía, no llores: víveme siempre en sueño. Vive, víveme siempre ausente de tus años, del sucio mundo hostil, de mi egoísmo de hombre, de mis palabras duras. Duerme ligeramente en ese bosque prodigioso de tu inocencia, en ese bosque que crearon al par tu inocencia y mi llanto. Oye, oye allí siempre cómo te silba las tonadas nuevas tu hijo, tu hermanito, para arrullarte el sueño. No tengas miedo, madre. Mira, un día ese tu sueño cándido se te hará de repente más profundo y más nítido. Siempre en el bosque de la primer mañana, siempre en el bosque nuestro. Pero ahora ya serán las ardillas, lindas, veloces llamas, llamitas de verdad; y las telas de araña, celestes pedrerías; y la huida de corzas, la fuga secular de las estrellas a la busca de Dios. Y yo te seguiré arrullando el sueño oscuro, te seguiré cantando. Tú oirás la oculta música, la música que rige el universo. Y allá en tu sueño, madre, tú creerás que es tu hijo quien la envía. Tal vez sea verdad: que un corazón es lo que mueve el mundo. Madre, no temas. Dulcemente arrullada, dormirás en el bosque el más profundo sueño. Espérame en tu sueño. Espera allí a tu hijo, madre mía. * * *
Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 1898 - 1990) literato y filólogo español, adscrito a la Generación del 27, Director de la Real Academia Española, la Revista de Filología Española y miembro de la Real Academia de la Historia. Premio Nacional de Literatura 1927. Premio Miguel de Cervantes 1978.