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martes, 15 de diciembre de 2020

A 250 años del nacimiento Ludwig van Beethoven

 

 


Autor: Joseph Karl Stieler

“La gente necesita la música como el aire que respira”

Sir Simon Rattle, Director de orquesta inglés.

 

A 250 años del nacimiento Ludwig van Beethoven (Bonn, Arzobispado de Colonia; 16 de diciembre de 1770 - Viena, 26 de marzo de 1827) The New York Times, bajo el título ‘¿Cómo amar a Ludwig van Beethoven en solo unos minutos?’, quiere homenajear al insigne compositor, director de orquesta, pianista y profesor de piano alemán, pidiendo la opinión de expertos, que recomienden piezas del atormentado músico que, a pesar de su sordera se convierte, a través de los tiempos, en uno de los mayores genios de la música.

  • Joshua Barone, editor cultural del Times, considera que, a pesar del dolor que transmite en ocasiones, la suya es una obra que ‘rebosa esperanza’. Recomienda la ‘Sonata para piano n. ° 31 en La bemol (Op. 110)’.
  • David Allen, escritor del diario neoyorkino, sostiene que “Beethoven está en su mejor momento cuando te arrastra con él, ya sea a los cielos o a las profundidades más oscuras”. Recomienda ‘Coriolan Overture (Op. 62)’.
  • Marin Alsop directora de orquesta estadounidense, elige ‘Cavatina del cuarteto de cuerdas (Op. 130)’. Y confiesa que para ella “este movimiento es una experiencia verdaderamente espiritual, una meditación sobre nuestra existencia, un consuelo que afirma la vida… en medio de un período histórico de incertidumbre.
  • Weston Sprott trombonista, se inclina por ‘Quinta Sinfonía’, una de las piezas más conocida de Beethoven, que al escucharla completa, tras veinte minutos “de lucha entre la oscuridad y la luz, al final, en una lucha épica en que, por momentos, todo pareciera venirse abajo. Pero deviene el esplendor de la redención”.
  • Steve Reich compositor, cuenta que siendo adolescente escuchó por primera vez el ‘Cuarteto de cuerda en La menor (Op. 132)’ y de inmediato el movimiento lento, silencioso, intenso, se robó toda su atención. Beethoven escribió esta composición dos años antes de morir.
  • Anthony Tommasini, crítico jefe de música clásica del Times se refiere al ‘Segundo Concierto para piano’, donde “Bajo toda la alegría juguetona, aparece un compositor de ojos salvajes que intenta desafiar las sutilezas clásicas (…) Los pasajes de diálogo aparentemente lúdico entre el solista y la orquesta tienen una intensidad casi combativa”.

El legado musical de Beethoven abarca, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo. Es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en su evolución posterior.

Su producción incluye los géneros pianístico (treinta y dos sonatas para piano), de cámara (incluyendo numerosas obras para conjuntos instrumentales de entre ocho y dos miembros), concertante (conciertos para piano, para violín y triple), sacra (dos misas, un oratorio), lieder (poemas musicalizados), música incidental (la ópera Fidelio, inicialmente llamada Leonore, un ballet, músicas para obras teatrales), y orquestal, en la que ocupan lugar preponderante nueve sinfonías, entre ellas la Quinta sinfonía, la Sexta sinfoníaPastoral, la Novena sinfonía o Coral, representa el testamento de Beethoven y se vincula a grandes acontecimientos de los últimos siglos, reflejando su importancia más allá del plano musical. Fue estrenada en 1824 y es considerada Patrimonio de la Humanidad desde 2001.

Su familia paterna de Ludwig van Beethoven provenía de Bravante, región de Flandes (Bélgica). Su abuelo era un ‘maestro de capilla’ (músico de experiencia y prestigio, compositor, que forma, gestiona y dirige un grupo de cantores e instrumentistas de música sacra o profana en las fiestas cortesanas). Su padre, inspirado en Mozart, se esmeró en que Ludwig se convirtiera en un nuevo niño prodigio y comenzó a enseñarle piano, órgano y clarinete a temprana edad, bajo severas prácticas. A los siete años, Beethoven realizó su primera actuación en público en Colonia. Luego pasó a recibir enseñanza musical de prestigiados maestros. A los once años de edad, Beethoven publicó su primera composición, titulada “Nueve variaciones sobre una marcha de Ernst Christoph Dressler” (WoO 63). Con veinticuatro años publicó su primera obra importante: tres tríos para piano, violín y violonchelo (Opus 1) y el año siguiente, en 1795, realizó su primer concierto público en Viena como compositor profesional, en el que interpretó sus propias obras. En 1800, Beethoven organizó un nuevo concierto en Viena en el que realizó la presentación de su Primera sinfonía. En 1802 escribe el Testamento de Heiligenstadt, dirigido a sus hermanos, en el que expresa su desesperación ante el avance de su pérdida auditiva, cuando aún tenía mucho que aportar a la música.

Su música inicial, fresca y ligera, cambió para convertirse en épica y turbulenta, acorde con los tiempos revolucionarios que vivía Europa y los inicios de su sordera. "El comienzo de su sordera fue la dolorosa crisálida, 3en la que su estilo heroico maduró", afirma uno de sus mejores biógrafos, Maynard Solomon (Nueva York, 1930).

De esta época son la Sonata para piano n.º 8, llamada Patética, y la Sonata para piano n.º 14, llamada Claro de luna. Su Tercera sinfonía, llamada La Heroica, estrenada el 7 de abril de 1805.  En 1808 Beethoven dio uno de sus últimos conciertos en vivo, en una larga jornada que incluyó el estreno de la Fantasía para piano, orquesta y coro Op. 80, las sinfonías Quinta y Sexta, el Concierto para piano n.° 4 Op. 58, el aria Ah perfido! y tres movimientos de la Misa en do mayor Op. 86. En 1814, acabó las Séptima y Octava sinfonías y reformó la ópera Fidelio, que fue un gran éxito. En 1814 dio el último concierto público, con el estreno del Trío op. 97, para piano, violín y violoncello.

Beethoven pasó los últimos años de su vida aislado por la sordera, relacionándose con algunos de sus amigos a través de los ‘cuadernos de conversación’. Su último gran éxito fue la Novena sinfonía o Coral, terminada en 1823, que fue un rotundo éxito y la compuso plenamente sordo.

En 1826 su salud se ve seriamente desmejorada y termina sus días postrado, con cirrosis por alto contenido de plomo, de origen desconocido, al que también se le atribuyen sus trastornos de personalidad y su sordera. Lo acompañaban su sobrino Karl, verdadero hijo adoptivo y algunos amigos. En su lecho de muerte, tuvo ocasión de leer las partituras de los lieder de Franz Schubert, exclamando: ‘es verdad que en este Schubert se encuentra una chispa divina’, concepto que Mozart le hiciera años atrás: ‘es verdad que en este Beethoven se encuentra una chispa divina’.


* Fuentes: 

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