Cierto hombre susurró: ¡Dios, háblame! y el árbol cantó.
Pero el hombre no oía.
Luego el hombre, habló más fuerte, pidiendo:
¡Dios, háblame!, y un rayo cruzó el cielo.
Pero el hombre no oía.
El hombre miró a su alrededor y dijo: ¡Dios, permite que te vea! y una
estrella se iluminó con gran resplandor.
Pero el hombre no la notó.
Entonces el hombre gritó: ¡Dios, muéstrame un milagro! y en ese
minuto nació un bebé. Pero el hombre no lo supo.
Luego el hombre pide a gritos, en desesperación: ¡Tócame Dios y hazme saber
que estás aquí! Dicho esto, Dios bajó y tocó al hombre. Pero éste espantó a
la mariposa que volaba a su alrededor y continuó caminando.
No te pierdas de una bendición sólo porque no viene envuelta del modo en que tú esperas.
(Autor desconocido)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
"Las distancias tocadas por la gracia vuelven amigos a los extraños."