Virgen del Perpetuo Socorro |
Medianoche
Toda ciudad es inhóspita.
Lo digo yo -que he vivido sólo en una-
a la luz de la llama de una vela
y luego de haber torcido cien esquinas.
No hace falta, para saberlo, ser un mago con una vara
que esparce estrellas de vino, hojalata u olvido.
Cuando se agote la llama de mi vela,
acaso ya estaré dormido
entre un collar de azucenas,
y acaso sea mi pecho una ristra
de inviolados corazones.
Una mano, sólo una mano virgen,
femenina,
se atreverá a extenderse hacia adelante
como una sonrisa saludando al cielo.
Y en la vela vigilante de mi finado sueño
un velador tendrá la última palabra
que será la primera, la única, impronunciable.
Y un niño negro contemplando el horizonte,
adustamente seguirá su camino,
con delicados pasos tanteará el tembloroso párpado
del suelo,
caminando feliz y sin destino,
hacia el útero de toda respuesta.
Luis Alejandro Contreras
(Venezuela)
Textos escritos en una agenda telefónica.
Dice su autor: "Hará cosa de una década, no lo sé, que Ella y el Niño me recibieron justo a medianoche, a mi llegada de la calle, un tanto desazonado, y me senté a hablarles. Lo escrito es secuela de esa conversa..."
El poema es muy potente.
Su fuerza promete acompañar hasta la muerte.
La imagen, es la Virgen del Perpetuo Socorro y representa la anticipación de la Pasión y Muerte de Cristo. Los arcángeles presentan a Jesús niño los instrumentos de sus sufrimientos futuros (Gabriel presenta la cruz griega de doble travesaño y cuatro clavos. Miguel, la lanza y la esponja de la hiel y vinagre). No con la intención de causarle dolor, sino como instrumentos de su glorificación por la muerte y la resurrección. Pero Jesús niño al contemplar esta dramática visión, en su condición de hombre mortal, se asusta, se estremece y busca socorro en los brazos de su Madre, a cuya mano se aferra con fuerza. La caída de la sandalia derecha parece significar la conmoción que le provocó al niño el miedo a la pasión.
La Virgen nos mira, como intentando crear conciencia de que su Hijo morirá por nosotros. Sostiene una mirada llena de dolor, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, al presentar a su Hijo en el Templo: "Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: Este niño será causa de caída y de levación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón."; quizás María también tendría presente la figura del siervo sufriente que había presentado el profeta Isaías en el Antiguo Testamento. Por eso en el Oriente bizantino es conocida como la Madre de Dios de la Pasión.
Es un icono religioso, de un rico simbolismo. Así que permitid esta reflexión teológica, a la luz de la fe.
Procede de Creta y actualmente es venerado en Roma. Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato data del decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.
Fue pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, en un estilo plano característico de iconos orientales y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño ICXC significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño,OWU significan “El que es”, una manera de destacar su divinidad, de la misma naturaleza del Padre. Las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.
Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la Pasión con las manos, sino con un paño que los cubre, ya que son símbolos de glorificación y manifestación de la victoria de Jesucristo sobre la muerte.
El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad.
En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo, porque es María a quien el artista quiso resaltar, en su plano de co-redentora, asociada a la misión mesiánica del Hijo. Y por lo mismo nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su misión de cuidar a Jesús desde su concepción hasta su muerte.
La historia del cuadro:
Cuenta la tradición que en el siglo XV un acaudalado comerciante de la isla de Creta, en medio del Mar Mediterráneo, tenía esta bella pintura de la Virgen. Era un hombre muy piadoso y devoto de María. No se sabe cómo llegó a sus manos pero se supone que trató de preservarla de la invasión de los turcos, trasladándola a Italia por mar. Durante la ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo creyeron que iban a morir. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro y recibió como respuesta un milagro, la tempestad se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma. Su destino era la Iglesia que quedaba entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de San Juan de Letrán. Esa iglesia era la de San Mateo, Apóstol.
La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499.
Posteriormente, en 1798, Napoleón y su ejército tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables: exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada.
Uno de los Padres Agustinos había logrado salvar secretamente el cuadro.
Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de San Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.
Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su cede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la Iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, historiador, realizó un estudio sobre el sector de Roma en que vivían y en sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la imagen milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo, donde durante siglos, había sido venerada públicamente Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Los Redentoristas al conocer la historia de la pintura y el deseo de la Virgen, de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de San Juan de Letrán, consiguieron del Papa Pío IX que decretara que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y San Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas la difusión del culto a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Los Agustinos accedieron de inmediato a hacer entrega de la imagen. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios, los Redentoristas. A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa.
La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevada en procesión solemne a lo largo de las calles de Roma con la presencia de unos 20.000 fieles. Para luego ser colocada sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso.
En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona de Haití.
En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona de Haíti. El papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.
El perpetuo socorro de María a su Hijo y como madre de la humanidad, es lo que asegura la efectividad de su acción protectora y justifica el nombre de esta advocación.
La Virgen del Perpetuo Socorro es la Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití.
En la Iglesia matriz de la Concepción de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife y en la Iglesia matriz de la Concepción de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, ambas en Tenerife (Canarias, España), se exponen dos copias de la Virgen del Perpetuo Socorro, en La Concepción de Santa Cruz se encuentra junto al retablo de Santiago el Mayor, mientras que en La Concepción de La Laguna se encuentra en un mosaico en el exterior del templo.
Una réplica de este cuadro lo conocí en mi infancia, en casa de una tía de mi padre, la tía Teresa, a cuya intercesión ella me encomendaba.
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