Color: Blanco
Santoral: El viernes siguiente al II Domingo después de Pentecostés, la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. "Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación"
(Is 12, 3)
Lecturas de la liturgia
Primera Lectura: Deuteronomio 7, 6-11
"El Señor te he elegido por el amor que te tiene"
En aquel tiempo, dijo Moisés al pueblo:
«Eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras pueblo suyo entre todos los pueblos de la tierra.
El Señor se ha comprometido contigo y te ha elegido, no por ser tú el más numeroso de todos los pueblos, ya que al contrario, eres el menos numeroso; más bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento hecho a tus padres. Por eso, el Señor, con mano firme, te sacó de la esclavitud y del poder del faraón, rey de Egipto.
Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero y fiel. él guarda su alianza y su misericordia hasta mil generaciones para los que lo aman y cumplen sus mandamientos; pero castiga a quienes lo odian, y los hace perecer sin demora.
Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y leyes que yo te mando hoy poner en práctica».
Salmo Responsorial: 102
"El Señor es compasivo y misericordioso."
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia y le da razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad y sus prodigios al pueblo de Israel.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Segunda Lectura: I Juan 4, 7-16
"Dios nos amó"
"Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene, se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo para que vivamos por él.
El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él."
"Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón"
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
REFLEXIÓN
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, desde que se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. La devoción al Corazón de Cristo tiene un sólido fundamento en la Escritura. Jesús, que es Uno con el Padre (cfr. Jn 10,30), invita a sus discípulos a vivir en íntima comunión con Él, a asumir su Persona y su Palabra como norma de conducta, y se presenta a Sí mismo como Maestro "manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).
El texto de San Juan que narra la ostensión de las manos y del costado de Cristo a los discípulos (cfr. Jn 20,20) y la invitación dirigida por Cristo a Tomás, para que extendiera su mano y la metiera en su costado (cfr. Jn 20,27), han tenido también un influjo notable en el origen y en el desarrollo de la piedad eclesial al Sagrado Corazón.
El 16 de junio de 1675 nuestro Señor Jesucristo se apareció y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque (religiosa en un Convento de Paray-le-Monial (Francia). Su Corazón estaba rodeado de Llamas de Amor, Coronado de espinas, con una Herida abierta de la cual brotaba Sangre y, del interior de Su Corazón, salía una Cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir:
"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este Sacramento de Amor."
Así San Agustín nos invita a penetrar en el misterio de Cristo por la puerta abierta de su Costado:
"La entrada es accesible: Cristo es la Puerta. También se abrió para ti cuando su Costado fue abierto por la lanza. Recuerda qué salió de allí; así mira por dónde puedes entrar. Del Costado del Señor que colgaba y moría en la Cruz salió Sangre y Agua, cuando fue abierto por la lanza. En el Agua está tu purificación, en la Sangre tu redención".
Los actos esenciales de esta devoción son: amor, reparación y desagravio. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.
El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que nos invita a acudir la Encíclica Haurietis aquas (Pío XII). "En su corazón debemos poner todas las esperanzas". "La Eucaristía, el Sacerdocio y María son dones del Corazón de Jesús".
El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que nos invita a acudir la Encíclica Haurietis aquas (Pío XII). "En su corazón debemos poner todas las esperanzas". "La Eucaristía, el Sacerdocio y María son dones del Corazón de Jesús".
ORACIÓN
Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la paz,
reina en nuestros corazones y en nuestros hogares.
Vence todos los poderes del maligno
y llévanos a participar en la victoria de Tu Sagrado Corazón.
¡Que todos proclamemos y demos gloria
a Ti, al Padre y al Espíritu Santo,
único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén.
(Beato Juan Pablo II. Oración en la Catedral del Sagrado Corazón de Dehli. 1 de febrero de 1986)
* Fuente:
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